Tras la operación, cada botella fue guardada en lugar fresco por un intervalo mayor a 30 días a fin de evitar la llamada “enfermedad de la botella”. Se denomina enfermedad de la botella a uno de los defectos del vino que se caracteriza por un periodo transitorio de pérdida de aromas y cualidades, y que sufren los vinos al ser embotellados. Se entiende que es una condición transitoria ya que tras unos meses suele desaparecer. Suele mostrarse ante el consumidor como un mal olor que suele desaparecer tras unos minutos de aireación. El mal olor se debe a la presencia de mercaptanos y dióxido de azufre (SO2) que se genera por la presencia de moho en los corchos de los tapones de las botellas. La causa suele ser la migración de cierta cantidad de vino a través de los poros del corcho que hacen que se aceifique favoreciendo la actividad de mohos provenientes del exterior. El decantado del vino es un buen remedio para evitar el "mal olor" debido a la enfermedad de la botella. En algunas ocasiones el mal de la botella puede provenir del oxígeno disuelto en el vino que ha producido una oxidación y un aumento de dióxido de azufre.
Los tapones de corcho empleados fueron los aptos para permitir el taponado de forma estanca, sin fuga de líquido, de buena calidad y secos. Hemos tenido la importante precaución de no acostar las botellas antes de las 24 hs de tapada. Esto se debe a que todavía el tapón está tratando de volver a su diámetro original y si acostáramos la botella seguramente ocasionaríamos la filtración del líquido. Un tapón de corcho natural al cabo de 24 hs recupera el 97% de su diámetro y esa es su máxima recuperación. Nosotros empleamos 7 días tras el envase antes de colocarlas en forma horizontal.